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Una piedra en el edificio de Dios

Porque fue a Simón a quien el Señor apodó “Pedro-piedra” (Juan 1:42), tal vez el Espíritu lo escogió para que nos dijera acerca de Cristo la piedra y como nosotros como creyentes estamos relacionados con él. Pedro escribió:

“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual contiene también la escritura:

He aquí pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa, y el que creyere en el, no será avergonzado. Para vosotros pues los que creéis, él es precioso, pero para lo s que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo, y piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la Palabra, siendo desobedientes, a lo cual fueron también destinados” (1 Ped. 2:4-8).

El énfasis es en Jesucristo, Pedro lo presenta en tres diferentes formas. Pedro explica también como nosotros como su pueblo estamos relacionados con él en esas tres formas.

Nosotros tenemos que entender que estamos en él, y esto hará la diferencia en nuestra vida, servicio y adoración.

1 – Jesucristo la Piedra

La imagen de Dios como “Roca” era familiar al pueblo de Israel, “El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud, Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad el él, es justo y recto”. (Deu. 32:4). “A ti clamaré, OH Jehová, Roca mía, no te desentiendas de mí, para que no sea yo, dejándome tú, semejante a los que descienden al sepulcro” (Sal. 28:1).

Una roca nos recuerda de su estabilidad, seguridad, y fortaleza “Dios es nuestro ampara y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Sal. 46:1). Así que cuando Pedro llamó a Jesús la “piedra viva”, el estaba claramente afirmando que Jesucristo es Dios. Ese era el testimonio personal de Pedro “Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente” (Mat.16:16).

¿Qué clase de piedra es Jesucristo? Para empezar, él es “la Piedra viva” (1 Ped. 2:4) porque él es el Dios viviente. El murió por nosotros, fue resucitado de los muertos, y vive para siempre para compartir su vida con nosotros. Hubo un tiempo cuando nosotros éramos pecadores perdidos, “piedras muertas” en el lodo del pecado, pero Jesucristo nos levantó y nos dio vida. Ahora somos piedras vivas.

El es también la principal piedra del ángulo (1 Ped. 2:6-7). “Por lo cual contiene la Escritura; He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa, y el que creyere en el no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso, pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo”. Nosotros hoy pensamos en la piedra angular como algo decorativo pero no muy importante en la estructura. La piedra como cabeza del ángulo era muy importante pues unía las dos paredes en la esquina y era en realidad el soporte para el edificio.

Como cabeza del ángulo, Jesucristo une todo lo que Dios está haciendo en el cielo y en la tierra. El es el “vínculo viviente” entre el Antiguo y el Nuevo Testamento (Luc. 24:25-27). “Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”. El une en la iglesia a Judíos y gentiles que han creído en él (Efe. 2:11-12). (Leer)

Para el Padre la piedra es preciosa (1 Ped. 2:6) “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa” El Padre dice de él: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mat. 3:17). De hecho, todo acerca de Cristo es precioso: “sino con la sangre preciosa de Cristo, (1 Ped. 1:19); “…una fe igualmente preciosa que la nuestra” (2 Ped. 1:1); “Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas” (2 Ped. 1:4). Mientras más le conocemos a él, más precioso es en nuestras vidas.

La palabra traducida “precioso” conlleva la idea de honor, tanto como de valor. Para nosotros que le conocemos y amamos, Jesucristo es digno de todo honor “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la honra, la gloria y la alabanza. (Apo. 5:12).

Los lideres religiosos en los días de Jesús, lo rechazaron como a un sedicioso y alborotador. En lo que a ellos le concernía, el era bueno para una sola cosa, muerte. Cuando ellos le crucificaron, el vino a ser la “Piedra de rencilla” que provee agua de vida para los pecadores sedientos “He aquí que yo estaré allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová diciendo: ¿Está Jehová entre nosotros o no? (Exo. 17:67), , y“y todos bebieron de la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía la roca era Cristo” (1 Cor. 10:4), “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mi y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado, (Juan 7:37-39).

El es la Piedra confiable “El que en el confía nunca será avergonzado” (1 Ped. 2:6). Esta es una cita de Isaías 28:16. En el texto griego se usa un doble negativo, “no será, no nunca será avergonzado” Algunos traducen “nunca será derrotado”

Podemos depender de Jesucristo; la fe en él nunca nos defraudará. Para Dios el Padre, Jesucristo es escogido y precioso, y para nosotros los creyentes Jesucristo es precioso y confiable. Pero…¿qué es él para los que no creen? El es la Piedra desechada, “Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes, a los cual fueron también destinados” (1 Ped. 2:8).

Los religiosos (expertos edificadores) en Israel, ni siquiera pudieron reconocer a su propio Mesías, y terminaron rechazando la más importante Piedra en el edificio de Dios. Este trágico suceso había sido predicho por Dios el Padre “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte de Jehová es esto, y es cosa maravillosa a vuestros ojos” (Sal. 118:22-23). Y predicada por Dios el Hijo “Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La pierda que los edificadores desecharon, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto y es cosa maravillosa a vuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado, y sobre quien ella cayere, le desmenuzará” (Mat. 21:42-44).

A través del apóstol Pedro, Dios el Espíritu acusa a los religiosos (edificadores expertos) por su ceguera “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo” (Hech. 4:11). Lamentablemente demasiados líderes hoy están tan ciegos.

¿Qué pasará con los que rechacen la Piedra elegida por Dios? Ellos serán juzgados por la Piedra de rencilla (Mat. 21:44). Este juicio aplica tanto nacional como individualmente. Un día Jesús regresará en poder, Juzgará a las naciones, y entonces establecerá su propio y glorioso reino en la tierra “Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y lo desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras de verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas La piedra que hirió la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra” (Dan. 2:34-35).

2 – Jesucristo el constructor

Cuando nuestro Señor Jesucristo se criaba en Nazareth, él trabajaba con José como carpintero, (Mat. 13:55 ; Marc. 6:3). En esos tiempos un carpintero no solo trabajaba en el taller, sino que era también un constructor, Jesús era un constructor, y todavía lo es. En el cielo él está construyendo para los suyos una morada “En la casa de mi Padre muchas moradas hay, si así no fuera, yo os lo habría dicho, voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis”. (Juan 14:2:4).

Y en la tierra el se está construyendo una iglesia para sí (Mat. 16:18). Los salvados son “piedras vivas” que están siendo edificadas en la morada espiritual de Dios (Efe. 2:22).

A través de las edades Dios ha tenido diferentes lugares de morada. En el tiempo de los patriarcas, Dios anduvo con los hombres que creyeron en él y le obedecían. Enoc caminó con Dios (Gen. 5:24) Y también Noé (Gen. 6:9) y Abraham (Gen. 17:1 ; 24:40). Después que Israel fue librado de Egipto, Dios instruyó a Moisés a construirle una casa donde él pudiera morar entre su pueblo (Exo. 25:8). Cuando Moisés dedicó la casa, la gloria de Dios entró en ella (Exo. 40:34). Salomón le construyó un templo, de nuevo la gloria de Dios vino a morar en el (1 Reyes (8:10-11). Pero Israel pecó, y Dios tuvo que remover su gloria del templo (Eze. 10:18) “Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del umbral de la casa, y se puso sobre los querubines. Y alzando los querubines sus alas, se elevaron de la tierra delante de mis ojos, cuando ellos salieron, también las ruedas se alzaron al lado de ellos: y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos”. Dios entonces permitió que los babilonios destruyeran a Jerusalén y al templo.

El próximo “templo” en que habitó la gloria de Dios, fue el cuerpo de su Hijo, Jesús, “Y aquel verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad” (Juan 1:14). Los pecadores tomaron ese cuerpo y lo clavaron a una cruz, pero Jesucristo resucitó de los muertos y volvió al cielo para compartir la gloria otra vez “Ahora pues, Padre, glorifícame al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” ; Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, porque me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17:5 ; 24).

Hoy Dios no habita en templo hecho de manos de hombre, (Hech. 7:48-50). Sus templos son el creyentes individual, (1 Cor. 6:19-209), La iglesia local (1 Cor. 3:16) y la iglesia universal (Efe. 2:20-22).

Cada cristiano es una “piedra viva” colocada en el templo según Dios ve que se acomoda. Este templo no está completado aun. Jesucristo sigue edificando su iglesia. Quizá cuando Pedro escribió acerca de esto, él tendría en mente el templo de Salomón “Y mandó el rey que trajesen piedras grandes, piedras costosas, para los cimientos de la casa, y piedras labradas; Y cuando se edificó la casa, la fabricaron con piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro” (1 Reyes 5:17 y 6:7).

De la única manera que los ingenieros de Salomón pudieron realizar esto fue siguiendo un plan maestro. Dios dio ese plano a David y el lo compartió con Salomón, (1 Cron. 28:11-19). Y porque los trabajadores siguieron el plano de Dios, el templo fue construido sin ruido ni confusión. Cada piedra fue labrada y colocada en el lugar correcto.

Dios tiene un plan maestro para su iglesia (Efe. 1:4-12). El está labrando piedras de la cantera del pecado, dándoles vida, y acomodándolas en su templo. El solo conoce el plano, y el solo sabe cuando el templo estará completo. Cuando el templo de Salomón estuvo completo, Dios entró en el. Pero cuando la iglesia esté completa Dios la llevará a su gloria.

Los cristianos modernos impacientes quieren espiritualidad instantánea, después de todo tenemos comidas instantáneas de nuestro refrigerador o microondas, tenemos información instantánea de nuestras computadoras, fotografías instantáneas de nuestras cámaras, ¿Por qué no tenemos vida espiritual instantánea de nuestros seminarios?

Porque toma tiempo convertir el barro en piedra y la piedra en una joya preciosa. Se pueden manufacturar joyas artificiales en una máquina especial de alta compresión, pero no se pueden manufacturar santos de esa manera. Toma tiempo en hacerse santo. Usted puede aumentar la velocidad de un auto o de un avión, pero usted no puede acelerar el crecimiento de un roble, o el de un santo. Jesús tiene un plano maestro, él está construyendo su iglesia y la vida de los creyentes. El está continuamente limpiando y puliendo sus “piedras vivas” para hacerlas mas útiles y mas hermosas. El nos está labrando para el ministerio hoy y para el servicio en la eternidad.

3 – Los creyentes como edificadores

Como “piedras vivas” los creyentes tienen una relación unos con otros, así como con Jesucristo. El, no solo es el constructor, pero él también es el fundamento “Conforme a la gracia que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima, pero cada uno mire como sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Cor. 3:10-11). Y la principal piedra angular de la iglesia de Dios, el templo que él está construyendo para la eternidad (Efe. 2:20-22). El coloca cada piedra donde debe estar. Y si esa piedra está fuera de lugar, puede hacer que otros se derrumben.

Como” piedras vivas” nosotros tenemos influencia unos con los otros. Cuando nos edificamos unos a otros hacemos que la iglesia sea fuerte. ¿Cómo podemos edificarnos unos a los otros? Algunas amonestaciones del apóstol Pablo, el perito arquitecto, nos ayudan a contestar esa pregunta.

Nos edificamos unos a otros cuando practicamos el amor en todo lo que decimos y hacemos. Los corintios estaban muy orgullosos de su “conocimiento” de las cosas espirituales “Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia” (1 Cor,1:4-5). Pero ellos usaron el conocimiento para atacarse unos a los otros. Cuan cierto es hnos. que el conocimiento envanece (1 Cor. 8:1). El creyente que piensa que lo sabe todo y monopoliza cada estudio bíblico, está solamente probando que es orgulloso e ignorante de su propia necesidad de amor cristiano.

El amor edifica porque el amor acepta a los demás, aun cuando hayan desacuerdos, El amor es paciente y crea una atmósfera en la cual las personas se entienden una a la otra y se ayudan una a la otra. El amor no compite o compara. Solo busca edificar a los demás y glorificar a Dios.

Nosotros edificamos a otros por un ejemplo piadoso “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones” (Rom. 14:1). La iglesia de los romanos estaba dividida sobre el asunto de las dietas que les fueron dadas a los judíos en el A.T. Los más débiles (tal ves convertidos judíos) se sentían obligados a practicar y defender la ley, pero los creyentes mas fuertes, que entendían la gracia de Dios, querían practicar su libertad en Cristo. ¡Que dilema! ¿La respuesta? Primero, Pablo amonesta a los creyentes fuertes a no menospreciar a los más débiles por su interpretación legalista de la vida cristiana. Entonces amonesta a los débiles a no hacer juicio a aquellos más fuertes que disfrutaban de su libertad en Cristo. Pero entonces le habla a ambos grupos y les advierte que no hagan nada que haga tropezar a otro. Cuando una “piedra viviente” deja de ayudar a otros, hace tropezar a los demás con su mal ejemplo.

También edificamos a otros con nuestro hablar “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes (Efe. 4:29). Las palabras corruptas infectan otras cosas. La mejor forma de mantener nuestro hablar sin corrupción es asegurarse que esté “Sazonada con sal” (Col. 4:6). Debemos poner la “sal” en nuestro hablar obedeciendo la Palabra de Dios, hablando la verdad en amor (Efe. 4:15), y con sinceridad buscando edificar a otros. Note que tanto en Efe. 4:29 como en Col. 4:6 hay un énfasis en la gracia. Nosotros debemos seguir el ejem. De nuestro Salvador y derramar la gracia de Dios en nuestros labios “Eres el mas hermoso de los hijos de los hombres, la gracia se derramó en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre” (Sal. 45:2).

Nosotros podemos edificar a otros orando “Os saluda Epafras , el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere” (Col. 4:12).

Una de las más poderosas herramientas para la edificación es la Palabra de Dios “Y ahora hnos. os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hech. 20:32).

Estamos en los días en que la fe viva de los muertos se ha convertido en la fe muerta de los vivos.

La iglesia de Cristo en este mundo es un glorioso templo que Dios está construyendo, aunque no podamos ver el edificio completo ahora. Como “piedras vivas” nuestro deber es encontrar la forma en que Dios quiere que trabajemos y seamos fieles.

Cualquiera puede ir por la vida trabajando con Satanás para destruir. Los verdaderos cristianos estamos trabajando con Jesús, para ayudar a construir su iglesia, y lo que estamos construyendo durará para siempre.

Por José D. Muñoz

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